© STAR strategies + architecture, 2011 |
Efectista y sensacionalista, lo verde se ha convertido en la caricatura de la sostenibilidad. Vivimos una progresiva vegetalización de la arquitectura. El verde ha llegado a las ciudades y ha invadido los edificios. En las urbes el proceso afecta a lugares que solo pedían que los dejaran en paz. Para oxigenar la ciudad hace tanta falta el espacio como el verde. Pero a los Ayuntamientos les gusta que el espacio liberado anuncie su vacío lleno de color… verde.
En esa misma línea, la arquitectura se ha maquillado con la paleta color esperanza para tranquilizar nuestra conciencia y, en realidad, enmascarar los problemas. Para tratar de desenmascarar esta situación, la proyectista española asentada en Rotterdam Beatriz Ramo (Zaragoza, 1979) ha analizado cómo lo verde ha pasado a representar la sostenibilidad como “el único símbolo capaz de mantener el ritmo frenético, la impaciencia y la sed por imágenes de la sociedad actual; una sostenibilidad a lo Lady Gaga”.
Ramo, que llegó a Holanda tras estudiar arquitectura en Valencia, argumenta que el Verde permite que la sostenibilidad pueda comprarse por metro cuadrado y pueda pintarse en una pared, o pegarse a un muro. Cree que, tras el Movimiento Moderno, el Postmodernismo, o el Deconstructivismo, nos encontramos en el Sostenibilismo. Pero que, a diferencia de los estilos anteriores, todos los arquitectos puedes ser Sostenibilistas. Y sostiene que el verde ha adquirido carácter confesional. “Cuanto mas culpables seamos, mas verde lo intentamos. Como si pretendiéramos curar el cáncer con aspirinas, el verde funciona como fórmula prodigiosa que convierte en sostenible todo lo que toca. Además puede camuflar los diseños más desafortunados. Una fachada verde fea será siempre mejor aceptada que un edificio feo”.
Ramos, que trabajó con Rem Koolhas y su Office of Metropolitan Architecture antes de fundar su estudio Star, cree que el verde esconde una dimensión perversa. “Lo verde es la mentira compartida, el consenso secreto, el crimen perfecto. Todos sabemos que no puede ser tan bueno, ni tan fácil, pero ¿qué mas da? El verde vende, y hay suficiente para todos”.
Con 32 años, y tras ganar numerosos concursos, Ramo no tiene obra construida. Cuenta que sus proyectos más avanzados se han ido parando por diversas crisis:
Económica: La Manzana 5 de Zaragoza: (proyecto entregado) está parada por la crisis, pero con esperanzas de que se pueda retomar en el futuro.
Crisis Personal: -Vivienda de bajo presupuesto en un pueblecito en Zaragoza: Proyecto entregado y con licencia… en espera durante tres años por diferentes crisis personales del cliente...
Y, por supuesto, crisis política: El concurso que ganaron para levantar un mirador móvil en forma de noria sobre el Palmeral de Elche ha sido cancelado. “Fue durante mucho tiempo el proyecto clave criticado por el PP en Elche (ya que el alcalde –el mayor defensor del proyecto- era del PSOE)”. Otro proyecto hermanado a este, el Paseo de la Estación de Elche: (entregado, con licencia y con presupuesto otorgado por el PLAN E) está “temblando” por la gran enemistad entre PP y PSOE en la ciudad. “El PP ha preferido perder el dinero a construir este espacio publico por ser un proyecto que le recuerda al mirador y por haberse iniciado con el antiguo alcalde del PSOE”, explica Ramo desde Rotterdam.
Con el proyecto O’Mighty Green – Oh verde todopoderoso-, la serie de montajes humorísticos con los que ilustramos este post, Ramo denuncia el verde literal que aparece como material de revestimiento, dice. “Si eligiéramos cubrir un edificio de verde sería una decisión estética a la que no atribuiríamos carga moral como se está haciendo hoy”, protesta. En contraposición, asegura que para su estudio Star (strategies and architecture) ser sostenible es “ser flexible, adaptable a los requerimientos del paso del tiempo, es responder con éxito a los cambios inesperados, es hacer uso eficiente de la energía, es añadir valor a la zona de intervención, es buscar todos los potenciales en el proyecto… Es un balance entre aspectos sociales, económicos y medioambientales. Por eso no se puede juzgar la sostenibilidad aislando solamente la parte medioambiental. Y mucho menos reduciéndola a una fachada verde”, explica.
Ramo cree que en una sociedad consumista cualquier buena idea se ha de simplificar para que tenga salida en el mercado, “y la mejor manera de simplificar una imagen es recurriendo al verde”, sostiene. “Creo que la confusión en torno a lo verde es tan descomunal, o peor, tan oportunista -se ha convertido en la gran mentira compartida-, que va a llevar muchísimo tiempo poder comunicar que la sostenibilidad (verdadera) ni tiene forma ni tiene color”, concluye.
Anatxu Zabalbeascoa, del Tirador a la Ciudad, El País.com, (2011)
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