Ten en cuenta el diseño, los materiales y el aislamiento. Una vivienda mal aislada consumirá en calefacción más energía que otra mejor aislada, y esto durante toda la vida del edificio. Del mismo modo, una vivienda bien orientada podrá aprovechar mejor las posibilidades naturales de calor (el sol) o de frío (sombras y corrientes de aire).
Si se trata de una vivienda en la que puedes escoger el diseño y los materiales (una vivienda de promoción propia), consulta con un especialista en arquitectura bioclimática que te indicará cuáles son las opciones más eficientes para el lugar en el que vas a construirla. Pídele además ayuda para escoger los materiales de construcción que menos emisiones de carbono generen durante su ciclo de vida.
La calefacción y el agua caliente representan más de la mitad del consumo energético de una vivienda, y más de 300 euros al año. Por eso es fundamental disponer de instalaciones de climatización de alta eficiencia y bien diseñadas y dimensionadas para la vivienda en cuestión. Si se utiliza un combustible fósil, es preferible que sea gas natural ya que contamina menos que el gasóleo. Las calderas de condensación y las de baja temperatura, a pesar de ser más caras que las convencionales, pueden procurar ahorros de energía superiores al 25%, por lo que la inversión adicional se puede recuperar en un periodo de 5 a 8 años (menos de la mitad de la vida útil de un equipo de estas características). En cualquier caso, es fundamental un mantenimiento periódico de todos los sistemas de climatización. El mantenimiento no sólo prevendrá las averías más costosas o incluso irreparables. Además de ello, permite que los sistemas funcionen a pleno rendimiento en sus óptimos de eficiencia, reduce pérdidas energéticas innecesarias así como la emisión de gases de efecto invernadero.
Por otra parte, las calderas de biomasa, en lugar de quemar gas natural o gas-oil utilizan como combustible pellets (pequeños cilindros hechos de madera: serrín prensado).
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