En la pequeña finca que Alberto Barroso tiene a pocos kilómetros de su apartamento, los vivaces tallos de papas y cebollas asoman a través de la tierra fresca; sus cientos de cabras balan al aire limpio.
El Sr. Barroso, nacido en Argentina, ha vivido en El Hierro durante 18 años. Pero él solo ha sumergido su mano en esfuerzos ecológicos el año pasado.Después de perder su trabajo como ingeniero de construcción, se unió a un programa conjunto de seis meses entre la Cruz Roja y Gorona del Viento, la central hidroeléctrica de la isla, para aprender sobre la conservación de energía.
En el programa, los capacitadores enseñaron al grupo de 10 cómo reducir la huella de carbono de los hogares individuales mediante el ahorro y la eficiencia energética, y cómo identificar los riesgos eléctricos. Después de tres meses en el aula, visitaron a residentes mayores o aislados para ayudar a que sus hogares fueran más ecológicos.
Para Barroso, el curso fue una revelación sobre la importancia de adoptar un estilo de vida más ecológico. "Tenía luces LED antes, pero desde el programa, cambié todo en mi casa para hacerla más sustentable", dice. "Necesitamos cambiar nuestra forma de vida, especialmente ahora con la pandemia".
El proyecto forma parte de una visión más amplia para convertir a El Hierro en un líder mundial en energías renovables. Gracias a Gorona del Viento, la isla ahorra más de 7.000 toneladas de combustible diésel y evita más de 24.000 toneladas de emisiones de CO2 cada año, con mayores ahorros previstos cuando se incorpore la energía solar a la planta para 2050. Para una isla de 11.000 habitantes una vez completamente.
Dependiendo de fuentes externas para sus necesidades energéticas, con una economía sostenida casi por completo por la agricultura y el turismo, estas iniciativas ambientales no son solo un medio para volverse autosuficientes.
También son un motivo de orgullo, ya que el proyecto obtiene la aceptación de las comunidades locales y utiliza la enseñanza entre pares para crear un cambio ambiental a largo plazo.
“Es sumamente importante contar con la sociedad, especialmente cuando se trata de proyectos ambientales, porque estamos en un momento con la pandemia en el que necesitamos cambiar nuestra forma de vida”, dice Káhina Santana, socióloga de la Universidad de Las Palmas. en Gran Canaria, que estudia proyectos participativos relacionados con la transición ecológica. “Será difícil avanzar si solo una parte de la sociedad, ingenieros u otros expertos, son los que tienen las respuestas”.
Vía: news.yahoo.com
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